lunes, 28 de octubre de 2013

Blancos fermentados en barrica

Cada día en el mercado encontramos un sin fin de vinos blancos todos diferentes pero que para aquellos que se intentar integrar en el mundo del vino y su lenguaje a veces se escapa de su entendimiento.

En este caso nos ocuparemos de un tipo de vino blanco, que, como su propio nombre indica, se fermenta en barrica. Sin duda un tipo de vino que está muy en alza en los últimos años y que nos gustaría explicar un poco para que sepáis de que se trata.


En primer lugar que un vino blanco se fermente en barrica ya supone una diferencia en si con respecto a un blanco fermentado en depósito de acero (donde se fermentan la gran mayoría de los vinos). Al fermentar un vino en barrica de roble conseguimos que el vino se impregne de aromas a la propia barrica, aromas que nos recuerdan a pan tostado y aromas dulces en muchos de los casos.

Este tipo de elaboración se complementa con una maduración o crianza sobre lías. Esta operación consiste en dejar el vino sobre sus propios subproductos de la fermentación y ponerlos periódicamente en suspensión con el objetivo de obtener más aromas de las levaduras que este momento postfermentativo se encuentran en fase de destrucción o lisis. Estas levaduras nos aportan aromas y mayor cuerpo en boca, consiguiendo vinos más densos, con un estracto seco mayor, propiciado por la liberación al vino de las sustancias que guardaba en su interior la levadura.


Con estas elaboraciones conseguimos unos vinos más finos, con una nariz mucho más compleja y amplia en aromas, y vinos que en boca tienen una mayor presencia debido fndamentalmente a su mayor densidad y
potencial aromático.

Esperamos que con este pequeño resumen poderos haber resuelto alguna dudas sobre este tipo de vinos tan de moda en este momento.



Un saludo
Formación y Enología 
Dto Comunicación